LAS LENGUAS DE ESPAÑA
Las lenguas de España: el castellano, el euskera o vasco, el catalán, el balear, el valenciano, el gallego, el español de América, etc. Orígenes y características
En España se hablan varias lenguas vernáculas. El castellano o español, idioma oficial en todo el país, es la lengua materna predominante en casi todas las comunidades autónomas de España. Seis de las diecisiete comunidades autónomas de España tienen además, junto con el castellano, otras lenguas como cooficiales. El bilingüismo en distintos grados y en distintas situaciones comunicativas entre el castellano y otra lengua es una práctica habitual por parte de muchos de los españoles que residen en alguna de estas comunidades autónomas.
Según una encuesta realizada en el año 2005, el castellano sería la lengua materna del 89% de la población española, el catalán/valenciano del 9%, el gallego del 5% y el vasco del 1%, mientras que un 3% de la población tendría como lengua materna una lengua foránea (fruto de la inmigración).2 Nótese que los encuestados podían responder varias opciones simultáneamente si consideraban que tenían dos lenguas por igual como maternas, por lo que la suma total no es del 100%.
Salvo el euskera, lengua aislada, todas las lenguas vernáculas habladas actualmente en España son lenguas romances, dentro de la familia de las lenguas indoeuropeas. La mayoría pertenecen al subgrupo de lenguas ibero-románicas, a excepción del catalán/valenciano perteneciente a las occitano-romances y el aragonés, de adscripción discutida entre un subgrupo y otro.
Actualmente, el plurilingüismo de España se organiza según el llamado “bilingüismo territorializado”; es decir, catalán, vasco y gallego son lenguas oficiales sólo en las comunidades donde se hablan y los Gobiernos autónomos son los encargados de promoverlas, con poca o ninguna intervención del Estado. La idea de que el Estado ataca las lenguas cooficiales o entorpece su progreso no se ajusta a la realidad. Cuestión distinta son los comentarios despectivos que a veces se vierten desde medios de comunicación privados. Estas muestras de ignorancia pesan en el envenenamiento de la convivencia; pero si nos centramos en las actuaciones oficiales, de manera objetiva, podemos concluir que, desde los comienzos de la Transición, el Estado no ha puesto trabas a la rehabilitación de las lenguas distintas del español. Sencillamente se ha inhibido: ni ha colaborado con entusiasmo en su recuperación ni ha puesto freno a las prácticas en menoscabo del bilingüismo de los Gobiernos de signo nacionalista.
Este laissez faire sugiere que las élites del Estado no terminan de interiorizar las consecuencias plenas del hecho de concebir el catalán, vasco y gallego como lenguas plenamente españolas. Puesto que si realmente lo son, alguna presencia y uso habrían de tener en las instituciones de planta estatal. Muchos ciudadanos de las comunidades bilingües captan esta falta de reconocimiento a sus lenguas maternas cuando esperarían legítimamente lo contrario, esto es, una actitud de cercanía y complicidad por parte del Estado que se comparte.
La lengua española o castellana es el hermoso legado que todos los españoles (y millones de no españoles) tenemos en común. Su estigmatización por parte de los nacionalistas como lengua foránea o impuesta militarmente en sus comunidades no se ajusta a la historia ni es respetuosa con sus hablantes. Además el español es, como toda lengua franca, un eficaz instrumento de comunicación, cuyo uso en órganos comunes parecer ser exigido por el principio de racionalidad administrativa. Sin embargo, es importante entender que los Estados no son sólo organizadores racionales. Satisfacen también necesidades de orden simbólico. Hablantes de una lengua poderosa, los españoles de lengua materna castellana no siempre son conscientes de las necesidades de reconocimiento de los hablantes de lenguas minoritarias. La Ley de Lenguas Oficiales vendría a subsanar este déficit simbólico (en palabras del lingüista Albert Branchadell) al permitir a los ciudadanos de las comunidades bilingües visualizar cómo sus lenguas existen también para el Estado central. Al mismo tiempo, acercaría estas lenguas a los ciudadanos de las zonas monolingües, ofreciéndoles la posibilidad de valorarlas y vivirlas como propias.
LENGUAS EN ESPAÑA:
1. Castellano. Se habla en toda España. Lengua oficial del Estado. 45.000.000 de hablantes. Es la lengua dominante en todos los territorios, tanto en aquellos que son monolingües como en los que tienen una lengua propia. En este segundo caso, el castellano supone un duro competidor para las lenguas minoritarias, que a menudo quedan relegadas a un papel secundario o incluso se ven abocadas a morir.
2. Gallego. Oficial en Galicia. 2.600.000 hablantes. Está estrechamente emparentada con el portugués, con el que estuvo unido en la Edad Media. En proceso de normalización.
3. Asturiano. También conocido como bable. Se habla en Asturias. Una ley lo reconoce como lengua a proteger, promover y difundir en los medios de comunicación y en la enseñanza, pero no como lengua oficial. 100.000 usuarios. Retrocede frente al castellano. En peligro de extinción.
4. Cántabro. También conocido como montañés. Se habla en Cantabria. 120.000 hablantes. Retrocede frente al castellano. En peligro de extinción.
5. Leonés. Se habla en Castilla y León. Concretamente en las provincias de León y Zamora. 25.000 hablantes. Retrocede frente al castellano. En peligro de extinción.
6. Extremeño. También llamado castúo. Se habla en Extremadura, concretamente en el noroeste de la provincia de Cáceres. Se cree que hay unos 200.000 hablantes, aunque posiblemente sean muchos menos. No hay estadísticas fiables. Retrocede frente al castellano. En peligro de extinción.
7. Fala Galaico-Extremeña. Se habla en la frontera de Extremadura con Portugal. Concretamente en el Valle de Jálama, en las localidades de San Martín, Eljas y Valverde. 6.000 hablantes. Retrocede frente al castellano. En peligro de extinción.
8. Vasco. También llamado euskera. Oficial en el País Vasco y Navarra. 900.000 hablantes. En proceso de normalización. Es, posiblemente, la lengua más antigua de Europa, anterior al latín y sin conexión con ningún idioma conocido.
9. Altoaragonés. Se habla en el norte de Aragón, en la provincia de Huesca. Una ley lo reconoce como lengua que deberá ser objeto de protección y promoción, pero no como lengua oficial. 12.000 hablantes. Retrocede frente al castellano. En peligro de extinción.
10. Aragonés oriental. También conocido como chapurriau. Se habla en el este de Aragón, en la frontera con Cataluña. 30.000 hablantes. Retrocede frente al castellano. En proceso de anexión por el catalán. En peligro de extinción.
11. Aranés. Se habla en Cataluña, en la comarca del Valle de Arán, donde es oficial. 5.000 hablantes. Hasta 1990 fue considerado un dialecto del catalán. En proceso de normalización.
12. Catalán. Se habla en Cataluña, donde es oficial. 4.600.000 hablantes. En proceso de normalización y de expansión. El nacionalismo expansionista catalán promueve activamente la anexión de idiomas vecinos. De hecho, el catalán es oficial en Baleares (de iure) y en Valencia (de facto) y está penetrando en el Aragón Oriental.
13. Valenciano. Se habla en Valencia, donde es oficial en la teoría. 2.000.000 de hablantes. Retrocede frente al castellano. En proceso de anexión por el catalán, que es oficial en la práctica. En peligro de extinción.
14. Balear. Se habla en las Islas Baleares. 600.000 hablantes. Retrocede frente al castellano. En proceso de anexión por el catalán, que es oficial. En peligro de extinción.
15. Murciano. Se habla en la Región de Murcia y en las comarcas limítrofes de Andalucía, Castilla-La Mancha y Valencia. Número de hablantes desconocido. En proceso de anexión por el castellano. En peligro de extinción.
16. Silbo gomero. Es un lenguaje silbado practicado en la isla de La Gomera (Islas Canarias) para comunicarse a través de barrancos. Declarado patrimonio etnográfico de Canarias, se promueve su enseñanza en la escuela.
17. Caló. Es el idioma del pueblo gitano, que no tiene una distribución territorial fija. Se cree que lo hablan 100.000 personas, aunque no hay estadísticas fiables. Retrocede frente al castellano. En peligro de extinción.
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